Page 34 - Revista Islaud 80
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[ LA COLUMNA DEL RECTOR ]
EDUCAR PARA LA UTOPÍA:
NUESTRA UTOPÍA
Urge superar el espíritu distópico que impregna nuestro tiempo y que
nos sume en la apatía y la resignación, o peor nos consume en un miedo
atroz al mañana, y para ello, la educación resulta imprescindible
Por Rubén Torres se refiere a los síntomas de males‑ imaginar el fin del mundo que el
tar motivados por una industria‑ del capitalismo.
Nuestra universi‑ lización y urbanización cada vez Reflejo de un malestar y un diag‑
dad acaba de cum‑ mas aceleradas, y ocupa un lugar nostico pesimista sobre el presen‑
plir jóvenes 30 años creciente, llegando a convertirse te, el pensamiento distópico de
y la ocasión nos in‑ en un fenómeno de masas. nuestra época posee una nove‑
vita a revisar camino y resultados. A grandes rasgos, están las disto‑ dad respecto de manifestaciones
Desde sus comienzos, y tal como pías que critican el presente y las anteriores y es que se gesta en la
lo propone nuestro lema: Educa‑ que critican las políticas de cam‑ ausencia de utopías.
ción para la transformación, la uto‑ bio radical. Así, lo que constituye Rutger Bregman, joven historia‑
pía ha formado parte central del una utopía para unos, por ejem‑ dor, autor de Utopía para realistas
espíritu de nuestra casa. plo, una sociedad sin clases y sin (2017) plantea que tenemos que
La utopía es una provocación, un Estado, aparece como distopía dejar de consumir nuestro propio
experimento mental que nos in‑ para otros. La masificación del descontento a través de las en‑
vita a cuestionar, a imaginar que imaginario distópico obedece‑ cuestas y de unos medios de co‑
otro mundo, otras convenciones ría al sentimiento de que no hay municación centrados de manera
son posibles, es la voz audaz y escapatoria a un futuro que no incesante en las malas noticias,
valiente que desafía al statu quo puede ser sino una versión degra‑ recuperar el impulso utópico y re‑
y su capacidad para inspirar a dada del presente, y su carácter gresar a la política para identificar
la acción. Cuanto más nos acer‑ apocalíptico cumple una función nuestro idealismo compartido.
camos a ella, más se aleja, pero, legitimadora del sistema pues Esa necesidad requiere de apren‑
aunque nunca la alcanzaremos, transmite tácitamente la idea de dizaje continuo y para ello la so‑
su existencia nos impulsa a se‑ que el momento presente no es ciedad actual demanda ciudada‑
guir adelante. finalmente tan malo comparado nos para los cuales el ingreso a la
En su origen los grandes hitos de con el futuro que nos aguarda. era del conocimiento parece con‑
la civilización siempre llevan la Para las generaciones nacidas tras vertir a la educación universitaria
marca de la utopía. Hace poco, el la caída del Muro que han creci‑ en un requisito indispensable, y
filósofo español Francisco Mar‑ do en el entendimiento de que no coloca a la universidad argentina
torell Campos publicó Contra la existe otro sistema que el capita‑ frente a grandes desafíos: poder
distopía, un alegato en favor de esa lista, el pensamiento distópico relacionar más fuertemente la
imaginación utópica. La distopía empuja a intuir que es mas fácil formación con las demandas del
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