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que es un trabajo pesadísimo e invisible. toria propia. Hombres y mujeres no son
Entonces, una de las oportunidades que otra cosa que dos historias, las historias
la pandemia nos da es dotar de visibi‑ de dos espacios con sus roles propios. In‑
lidad el hecho de que, si los hombres se clusive, en sociedades pre‑ coloniales, sin
han especializado en la gestión de la vida estigma al tránsito de cuerpos masculinos
“casa‑afuera” con su politicidad propia, ha hacia el espacio de los roles femeninos y
existido también y aún persiste la ges‑ viceversa, hasta que la colonial‑moderni‑
tión de la vida “casa‑adentro”, propia del dad lo cancela y binariza, lo ancla en una
mundo de las mujeres y dotada de un gran naturaleza otra, lo biologiza, como biolo‑
poder invisibilizado por el tránsito a la gizó la posición de los vencidos al crear la
modernidad y la usurpación de toda poli‑ adjudicación de raza, que los encasta en
ticidad por el espacio público. La pande‑ una naturaleza otra.
mia hace visible la gestión de la vida. Con el tránsito a la modernidad, el es‑
La pandemia visibiliza el carácter polí‑ pacio de los hombres pasa a usurpar, a
tico del estar dentro de casa. Y aquí se abre capturar todo lo que se pretende político.
una brecha de futuro interesante. Al mis‑ ¿Y qué quiere decir político? Aquello que
mo tiempo que ese espacio se ha abierto e tiene un impacto en la vida y el destino
ingresamos al mundo público del trabajo colectivos. Al acaparar todo el significado
desde él, desde lo que considerábamos la y representación de “lo político” para el
intimidad, desde lo que considerábamos espacio iconizado por el cuerpo masculi‑
“Estamos frente la privacidad muy bien cuidada de esa no, pasa entonces a ocultar el impacto que
nuestro papel, nuestro espacio y nuestra
vida encapsulada, privatizada, transfor‑
a una situación mada en íntima, el espacio público ingre‑ historia ha tenido y tiene en la vida co‑
que nos obliga sa dentro de casa, hace su entrada en el lectiva. Nos obliga a olvidar que cuando
espacio doméstico. Se presenta así una de
cuidamos de alguien, lo modelamos, que
a pensar más las grandes pulseadas de este momento: tenemos a cargo modelar consciencias
de lo que hemos ¿es el espacio público que entra en casa o y sensibilidades, tejer “pieles políticas”,
y “pieles éticas”. Entonces, se trata de un
es la casa que se abre y se expande en el es‑
pensado hasta pacio público? ¿Quién va a colonizar qué? trabajo político, pero el proceso de la mo‑
¿Es el espacio público que va a colonizar
dernidad nos lo ha ocultado.
ahora. Porque mi vida devorando mi intimidad, o es el Podríamos aprovechar esta oportuni‑
la pandemia espacio doméstico con sus libertades, su dad para preguntarnos: ¿qué va a colo‑
nizar qué? O sea, ¿vamos a permitir que
tiempo no cronometrado, su creatividad
puede ser diaria para mantener la vida en pie, para el espacio casa‑afuera, que ha englobado
entendida como articular su mundo de relaciones solida‑ todo lo que se pretende político, coloni‑
rias y en lo posible amables a pesar de las
ce nuestro mundo y continúe usurpando
un verdadero diferencias lo que va a entrar y colonizar el la politicidad distinta que lo caracteriza y
que había quedado oculta, obliterada, en
otro espacio, el público? Ésa es una de las
laboratorio para grandes pulseadas de la pandemia. un punto ciego de la visión? ¿O vamos a
entender un Dos espacios políticos tener conciencia y entender que ahora,
formas de hacer, formas de hablar, for‑
gran conjunto de Tomemos conciencia de que hay dos es‑ mas de moverse, inclusive la naturalidad
cuestiones” pacios políticos y siempre los hubo. Están de una gestualidad y presentación del
dotados de su propia politicidad y de su his‑
yo propias del tipo de gestión que nos
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VOLUMEN 17—NÚMERO 81—MARZO 2022