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Pero tenía el mismo efecto de invasión “Me gustaba jugar su universo es casi infinito, los monó‑
sobre mi cuerpo. logos que la componen tejen una tra‑
A los pocos años de ejercer el perio‑ al fútbol y jugaba ma, un tejido en partes espeso, denso,
dismo, un colega, vocero de una fun‑ a veces menos áspero, que muestra la
cionaria gubernamental de alto rango, con mis compañeros magnitud de la problemática social y
me amenazó. En una conferencia de de la Escuela Nº 37, cultural del machismo, en casi todos los
prensa, yo le había hecho algunas pre‑ espacios: el hogar, el trabajo, la justicia,
guntas molestas a su jefa sobre el pago de Temperley. la educación, el arte, el deporte, la calle,
de supuestos sobreprecios en su ges‑ el campo, el pueblo, la ciudad... Se trata
tión, y cuando la conferencia terminó, Aprovechábamos que de un relato coral que sale a la luz con
me dijo: “Si publicás eso, te cojo”. No lo las calles estaban más empuje a partir de 2015, con el sur‑
publiqué. gimiento del movimiento #NiUnaMe‑
Históricamente, las mujeres, lesbia‑ cortadas porque las nos, en la Argentina, y la explosión de
nas, travestis y trans hemos sido atrave‑ manifestaciones y debates feministas,
sadas por micromachismos, situacio‑ iban a pavimentar y que se enlazan con otros acontecimien‑
nes de discriminación, maltrato, acoso nos apropiábamos tos, más recientes, como la denuncia de
o abuso sexual. Crecimos creyendo que Thelma Fardin –junto con el colectivo
por ser o parecer mujeres teníamos que de esas canchas Actrices Argentinas– y el estallido de la
soportar esas conductas, algunas de campaña #MiráCómoNosPonemos.
ellas delictivas, que los varones tenían improvisadas. Me Algunos nombres, lugares y circuns‑
ese derecho sobre nosotras, que era así. decían marimacho. tancias de esos relatos fueron altera‑
Vivencias silenciosas y silenciadas, na‑ dos. Varias protagonistas prefirieron el
turalizadas, censuradas. O no escucha‑ No me ofendía. Me anonimato, y también hay historias en
das, porque muchas veces nuestros in‑ las que, por cuestiones legales, la iden‑
terlocutores, en su mayoría familiares, halagaba. Desde mi tidad de las narradoras y de otras per‑
no quisieron creernos. Era más fácil ser infancia supe que sonas mencionadas fue resguardada.
cómplices de esas violencias inscriptas La puerta que se abrió a partir del
en nuestros cuerpos que levantar la voz ser varón significaba oleaje feminista de los últimos años
para romper con aquellos privilegios cambió la escucha de una sociedad cada
masculinos. tener privilegios” vez más receptiva, pero todavía quedan
A lo largo de tantos años de trabajo experiencias de violencias machistas
periodístico, con compromiso feminis‑ no contadas, sorderas impuestas.
ta, me encontré con cientos de mujeres Ojalá el mosaico de voces que com‑
que confiaron en mi escucha y me con‑ ponen el libro Yo te creo hermana sirva de
taron historias personales, dolorosas. eco para que otras se animen a surgir,
Con sus palabras, construyeron y de‑ con el respaldo de un acompañamiento
construyeron expresiones de esa des‑ colectivo cada vez más potente, y los va‑
igualdad histórica que nos marca, cuyo rones puedan repensar sus conductas,
reverso son las manifestaciones más sus actitudes, y repensarse, para que
diversas de violencias machistas. las historias no se repitan. Al poner las
A partir de testimonios en primera vivencias en palabras, no se vuelve al
persona, el libro Yo te creo hermana in‑ mismo lugar; lo personal se convierte
tenta esbozar una cartografía del pa‑ en político. Por eso, no te calles más. Yo
triarcado. Aunque incompleta, porque te creo, hermana.
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VOLUMEN 17—NÚMERO 81—MARZO 2022